Monday, May 15, 2006

Claroscuro,
efectos de luz y sombra en una pintura o dibujo, ya sea monocromo o en color. Suele referirse a una técnica que contrasta zonas brillantemente iluminadas con otras de densa sombra. La sabia combinación de luz y sombra (denominada a veces valores tonales) para conseguir efectos más dramáticos es una característica de las obras de maestros renacentistas del siglo XVI como Leonardo da Vinci y Rafael o de pintores barrocos del XVII como Caravaggio, Georges de la Tour y, de forma muy notable, Rembrandt. El claroscuro es patrimonio casi exclusivo del arte occidental y raramente se observa antes del renacimiento.
Ya dentro del renacimiento, Leonardo Da Vinci, utilizó el claroscuro más el esfumato, cabe señalar que dichos procedimientos son distintos, ya que el primero trata la luz y la sombra, mientras que el segundo se enfoca a la relación de todos los elementos dentro de una pintura, que estén envueltos en la misma atmósfera, que todos los colores se fundan hacia el fondo y que entre ellos no existan contornos que les separen.

Perspectiva,
método gráfico capaz de representar el espacio tridimensional sobre una superficie plana. Aquí se presentan las tres perspectivas planteadas por Leonardo; la geométrica o lineal, la aérea, la dada por color.
La perspectiva lineal es el sistema de representación que más se asemeja a la visión humana. Una de sus leyes fundamentales es la de que las rectas paralelas se representan como convergentes: las vías del tren, que parece que se acercan a medida que se pierden en la distancia. Los elementos más importantes de este tipo de perspectiva son el plano del cuadro (la superficie de representación), la línea del horizonte, situada a la altura del punto de vista (los ojos del espectador), y los diferentes puntos de fuga, donde convergen, sobre la línea del horizonte, las rectas horizontales más importantes de la figura.
La perspectiva aérea es una técnica, empleada habitualmente en la pintura realista, consistente en simular el efecto atmosférico que se percibe al comparar los objetos de acuerdo con su lejanía. Así, por ejemplo, las montañas que aparecen al fondo de un paisaje pierden definición y adquieren un tono azulado, como si entre ellas y el observador se interpusiera una gran masa de aire. En este tipo de perspectiva el enfoque es que conforme se alejan los objetos, pierden su definición, sus contornos y en casos sus formas, por acción del aire o espacio que esta entre ellos, así mismo se reducen en tamaño conforme se alejan.
Por último, la perspectiva por color, que plantea que todos los colores se tornan hacia el azul mientras más se alejan del primer plano.

Dibujo,
representación gráfica sobre una superficie, generalmente plana, por medio de líneas o sombras, de objetos reales o imaginarios o de formas puramente abstractas. El dibujo suele hacerse a lápiz, tiza, tinta o carboncillo, o combinando algunos de estos procedimientos.
La delineación de la forma sienta las bases de todas las artes visuales (incluso la escultura), por lo que el dibujo es una de las ramas más importantes de estudio en las escuelas de arte y arquitectura, así como en las de ingeniería. No obstante, este artículo se refiere al dibujo artístico, en comparación con el dibujo técnico.
2. DIBUJO LIBRE El dibujo de los objetos visibles consiste esencialmente en el registro de la impresiones recibidas a través de la vista. Sin embargo, dado que no es posible presentar en un plano todos los aspectos visibles de un objeto, el arte del dibujo radica en la sugerencia, estimulando la imaginación del espectador para aportar lo que falta en la representación. La elección sobre qué registrar y qué omitir requiere una sensibilidad visual que se desarrolla con la experiencia. Un apunte es un dibujo que sólo muestra, de forma resumida, los detalles esenciales del objeto representado. En un buen apunte, el artista no sacrifica la aproximación de su impresión visual por conseguir un acabado pulido.
Los diferentes estilos de dibujo se distinguen por las formas en que se superan las limitaciones que impone el material monocromático con el que se trabaja. En los bosquejos, y en algunos apuntes, sólo se representan los contornos, los ángulos sobresalientes o los rasgos del objeto o escena que se representa. El arte chino y el japonés (véase Arte y arquitectura de China; Arte y arquitectura de Japón) constituyen un admirable ejemplo de la fuerza que tiene la línea pura, incluso sin color, para sugerir el más variado modelado de superficies y para recoger los detalles más minuciosos. Por otra parte, las escuelas occidentales han dado mayor importancia a los valores tonales, en la representación de las gradaciones de claro a oscuro. Los artistas europeos han procurado conseguir los efectos deseados por medio de las gradaciones correspondientes en los tonos monocromos del dibujo. Es posible incluso sugerir, o interpretar, diferentes colores por medio del blanco y negro, representando cuidadosamente sus valores aparentes; por ejemplo, un rojo oscuro se indica con un sombreado más oscuro que el que se emplea para sugerir un azul claro o un amarillo. Los grandes artistas del renacimiento están a medio camino entre los exponentes japoneses de la línea pura y los modernos intérpretes occidentales de los valores tonales. Los dibujos de Rafael, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel son notables por su pureza, vigor y delicadeza de líneas, así como por la maestría con que representan los volúmenes a través del sombreado.

Grisalla,
técnica de pintura al óleo en la que se emplean únicamente tonos grises o neutros. La grisalla produce un efecto monocromático frío y sólido, que se ha utilizado desde el periodo gótico para hacer que una pintura bidimensional parezca un relieve, escultura o arquitectura tridimensional. Se encuentran excelentes ejemplos de esta técnica en la obra de los pintores flamencos Jan van Eyck y Petrus Paulus Rubens, y del pintor italiano Andrea Mantegna, entre otros. La grisalla se ha usado también con éxito en la pintura al fresco y en las vidrieras, y en algunos casos sirve como referencia en el dibujo subyacente.

TÉCNICAS PICTÓRICO- DIBUJÍSTICAS.

Acuarela,
pintura realizada con pigmentos disueltos en agua. La característica que distingue a la acuarela es su transparencia; la superficie del papel resulta visible a través de sus finos colores, creando un efecto velado, muy diferente del grosor y opacidad de la pintura al óleo y de otros pigmentos disueltos en aglutinantes más densos.
Las acuarelas se obtienen por aglutinación de pigmentos secos en polvo mezclados con goma arábiga, que se extrae de la acacia y que solidifica por evaporación, pero que es soluble en agua. Las acuarelas, en estado sólido, se disuelven en agua y se aplican sobre el papel con un pincel. Si bien la acuarela es un tipo de pintura relativamente moderno, a lo largo de la historia se han utilizado diferentes pinturas a base de agua. Se puede considerar que las primeras acuarelas son los papiros del antiguo Egipto, y los tempranos dibujos orientales a tinta son en realidad una forma de acuarela monocroma. En la Europa medieval, se empleaban pigmentos solubles en agua aglutinados con un densificador derivado del huevo para los manuscritos miniados; de la misma manera, los frescos medievales estaban pintados con pigmentos mezclados con agua espesados con pintura blanca opaca. Posteriormente surgieron otros tipos de pinturas opacas solubles en agua, muy cercanos a las acuarelas, como el gouache, que se sigue empleando en la actualidad.
Normalmente se considera que las verdaderas acuarelas más antiguas son los estudios de paisajes y de animales realizados en el siglo XV por el maestro alemán Alberto Durero, quien terminaba a la acuarela sus dibujos a pluma sobre temas de historia natural. Estas obras no constituyen la mayor parte de su producción, pero se les considera ejemplos clásicos de dibujos de la naturaleza, detallados y precisos. Los artistas de los siglos XVI y XVII sólo utilizaban de forma ocasional las pinturas al agua y la costumbre era emplearlas en monocromo. El bistre (pigmento marrón, café, obtenido del hollín) y la sepia (pigmento negruzco procedente de la tinta de calamar) tuvieron una preponderancia momentánea en las obras del artista francés Claudio de Lorena y del maestro holandés Rembrandt, quienes los utilizaban para crear expresivos efectos atmosféricos de nubes y cielo en sus dibujos de paisajes a tinta. No era frecuente el uso de pinturas al agua, por lo que se encuentran únicamente en las obras de unos cuantos maestros relativamente menores, como Hendrick van Avercamp y Adriaen van Ostade.
La acuarela sufrió la evolución más importante de su historia en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XVIII, coincidiendo con el desarrollo, que además la intensificó, del romanticismo, que glorificaba la naturaleza y la belleza natural. Además de ser la técnica más conveniente para la pintura al aire libre (por su rápido secado), la acuarela era sobre todo adecuada para representar los temas románticos favoritos, como cielos tormentosos, niebla y bruma, y espesos follajes. Al principio, los acuarelistas ingleses seguían la tradición holandesa y se servían de aguadas de color para realzar sus dibujos a pluma o a lápiz. Sin embargo, a mediados de la década de 1700, la técnica de la acuarela se libró de esas ataduras —sobre todo con la obra innovadora de Paul Sandby—, y los artistas empezaron a aplicar la pintura directamente sobre el papel sin atenerse a contornos previamente dibujados. Esta evolución marcó la madurez de la acuarela como modalidad artística y se hizo muy popular. Los temas abarcaban mucho más allá del paisaje, incluyendo las composiciones místicas de William Blake y las sátiras sociales de las caricaturas de Thomas Rowlandson.
En manos de algunos artistas, la naturaleza pastoril y apacible de la acuarela fue sustituida por el drama, la grandiosidad y lo sublime. John Robert Cozens, por ejemplo, realizó acuarelas muy evocadoras de los Alpes suizos y ejerció una importante influencia sobre los dos grandes maestros ingleses de la acuarela, Thomas Girtin y Joseph Mallord William Turner. En la primera mitad del siglo XIX, este último alcanzó una brillantez y luminosidad que no ha encontrado parangón; para describir sus acuarelas se decía que habían sido “pintadas con vapor teñido”.
En el siglo XX, la acuarela ha tenido un papel relativamente pequeño, destacando ocasionalmente en la obra del postimpresionista francés Paul Cézanne y del vanguardista suizo Paul Klee. Sin embargo, en general, ha quedado eclipsada por sus parientes más brillantes y expresivos, el gouache y la pintura acrílica.
Pintura al temple, técnica pictórica que consiste en disolver el pigmento en agua y templarlo o engrosarlo con huevo, caseína, goma o una solución de glicerina.

TEMPLE
La pintura al temple es la técnica pictórica más antigua que se conoce; las pinturas murales del antiguo Egipto y de Babilonia, y las del periodo micénico en Grecia, están probablemente realizadas al temple con un aglutinante de yema de huevo, al que en algunos casos se añadía un poco de vinagre. Posteriormente el empleo del temple se extendió por Europa y alcanzó su culminación en Italia. Pintores florentinos de los siglos XIII y XIV, como Giotto, Cimabue y sus contemporáneos, solían utilizar esta técnica sobre una preparación de yeso blanco. Antes de pintar una tabla, de álamo, tilo o sauce, era necesario llevar a cabo un laborioso proceso. En primer lugar se rellenaban las fisuras con una mezcla de apresto, o cola, y serrín. A continuación se cubría la tabla con un lienzo fino, que se sujetaba con apresto, y se revestía toda la superficie con un yeso espeso, conocido como gesso grasso, para aplicar finalmente, con brocha, una capa más fina llamada gesso sottile que constituía la superficie pictórica.
La superficie era muy absorbente, lo que obligaba al pintor a trabajar con gran rapidez y seguridad. El resultado era una superficie de gran suavidad, aunque la gama de colores estaba limitada. Las pinturas al óleo empezaron a sustituir al temple en el siglo XV.
Los pintores renacentistas italianos molían los pigmentos a mano y una vez conseguido el polvo lo mezclaban con el aglutinante. Hoy, este tipo de pinturas se están volviendo a poner de moda pero ya vienen envasadas y lo único que hay que hacer es añadir agua u otro aglutinante, generalmente caseína. Las pinturas al temple son opacas y mates y mantienen el color inalterable durante mucho tiempo.

Pintura al óleo, arte de aplicar colores disueltos en aceites secantes sobre una superficie para crear un cuadro. La pintura al óleo se desarrolló en Europa a finales de la edad media y gozó de gran aceptación por su mayor simplicidad de manejo y las posibilidades más amplias que ofrecía, en contraste con los agentes aglutinantes existentes a la sazón, como la cera de la encáustica, el huevo del temple, la goma arábiga de la acuarela y los de la pintura al fresco. La pintura al óleo se seca relativamente despacio con poca alteración del color, lo que permite igualar, mezclar o degradar los tonos y hacer correcciones con facilidad. El pintor no está limitado a las pinceladas lineales, sino que puede aplicar veladuras, aguadas, manchas, vaporizaciones o empastes (pigmentos muy espesos). El artista es libre de cambiar y de improvisar sin verse restringido a un dibujo preparado de antemano. El óleo permite obtener efectos de gran riqueza con el color, los contrastes tonales y el claroscuro.

Encáustica, pintura realizada con pigmentos mezclados con cera caliente o, más recientemente, con resina. Tiene la finalidad de fundir el pigmento en la superficie, produciendo así un acabado de gran duración. La encáustica (del griego enkaustikos, 'marcado a fuego') era una de las técnicas pictóricas más utilizadas en el mundo clásico.
Los antiguos griegos y romanos calentaban la superficie a pintar y la paleta con quemadores de carbón vegetal y trabajaban con una espátula de metal de dos extremos o con un pincel. Algunas veces grababan el dibujo con el extremo caliente de la espátula y después rellenaban la incisión con pintura. El enciclopedista romano Plinio el Viejo, en el siglo I de nuestra era, describía la técnica, ya entonces antigua, de hacerlo sobre marfil, y observaba también que la encáustica constituía un acabado efectivo para los barcos por ser resistente a las inclemencias del tiempo y a la sal. Entre los ejemplos de pintura encáustica que han llegado hasta nosotros, se encuentran los retratos pintados en los sarcófagos de madera hallados en las tumbas egipcias de Fayum (siglo I a.C.-siglo III de nuestra era) y los murales romanos descubiertos en Pompeya. La encáustica seguía siendo el método más utilizado en el principio de la era cristiana (250-600) y uno de los ejemplos más notables es la Virgen con niño entronizados del monasterio de Santa Catalina del monte Sinaí, en Egipto.
Esta técnica cayó en desuso en el siglo VIII o IX y nunca ha sido resucitada en serio, con excepción de una breve reaparición en Alemania, en el siglo XIX, para la pintura mural. En el siglo XX se ha venido aplicando con cierto éxito para la pintura mural y sobre tabla. En la actualidad, se añade resina a la mezcla para endurecerla y facilitar su aplicación y todo el proceso se simplifica gracias a la paleta que se calienta eléctricamente.


Gouache,
una acuarela de pigmentos opacos en lugar de los pigmentos translúcidos de las auténticas acuarelas. En el gouache los pigmentos están aglutinados con cola o mezclados con pigmento blanco. Aunque carece de la delicada luminosidad de la auténtica acuarela, es más sustancioso que ésta y su textura se parece a la de la pintura al óleo. Además, la tendencia de los colores del gouache a aclarar a medida que se secan permite una amplia gama de efectos nacarados o tipo pastel.
Los primeros en emplear este procedimiento fueron los antiguos egipcios que utilizaban miel para aglutinar sus pigmentos. Su uso estaba muy difundido en la edad media para la iluminación de manuscritos y alcanzó verdadera popularidad en el siglo XVIII; el pintor francés François Boucher explotó con gran habilidad sus tonos nacarados. Los artistas del siglo XX han utilizado mucho el gouache porque permite conseguir empastes espesos, ideales para lograr efectos más expresionistas. En la actualidad es también conocido como témpera.

Pastel,
barra de color fabricada con pigmentos en polvo y otra sustancia cohesiva, como goma o resina; se utiliza principalmente en dibujo. Posee la particularidad de no utilizar ningún aglutinante, por lo que el color de la barra es el definitivo. A cambio, tiende a ser alterado con facilidad y necesita de un fijador para su total adherencia al soporte, que suele ser papel. Tiene su origen en Italia durante el siglo XVI como evolución de la tiza de dibujar. Sin embargo, su época de máximo esplendor fue el siglo XVIII con artistas como La Tour y Chardin. Con el movimiento impresionista, durante la segunda mitad del siglo XIX, volvió a recuperar su popularidad. Se encuentran destacados ejemplos de esta técnica en la obra de Edgar Degas, Auguste Renoir y Toulouse-Lautrec.

Tinta,
toda sustancia pigmentada, líquida o viscosa, que se utilice en la escritura, la imprenta o el dibujo. La composición y consistencia de la tinta depende de los usos a que esté destinada. Sin embargo todas las tintas contienen dos componentes básicos: un pigmento, o tinte, llamado colorante, y un aglutinante, el líquido en el que se dispersa el pigmento. Los tipos de tinta más comunes son los de escribir, de dibujar, de imprenta y las tintas invisibles. Muchas tintas sólo se diferencian de las pinturas en el uso a que están destinadas.

Fresco,
técnica o arte de pintar con pigmentos de origen mineral resistentes a la cal y empapados de agua sobre un muro con revoque de yeso todavía mojado, es decir, fresco. En el renacimiento este proceso era conocido como buon fresco o ‘a la italiana’ para diferenciarlo del fresco secco, que se realizaba sobre el enlucido seco. A veces se aplica inadecuadamente este término al temple, en el que los pigmentos se mezclan con huevo u otra sustancia aglutinante y se aplican directamente sobre la mampostería.
En el buon fresco, se aplica el color en la última de las varias capas de yeso. En la penúltima, el pintor superpone un dibujo preparatorio, o cartón, de la obra, aunque también puede trabajar sobre un esquema de color independiente. A continuación, refuerza con acuarela oscura las diferentes figuras y formas del cartón y aplica la última capa de yeso sobre el dibujo por pequeñas zonas, y el color sobre el yeso mojado. Al secarse, la cal contenida en el yeso reacciona químicamente con el dióxido de carbono del aire, formando una película de carbonato de calcio que une de forma estable los colores a la pared. Los colores de un fresco suelen ser poco densos, translúcidos y claros y, en muchos casos, tienen una apariencia calcárea. En el renacimiento se encontró el modo de dar un poco más de opacidad a los colores.
En el buon fresco es necesario pintar rápidamente, limitándose a lo esencial. El artista debe saber la cantidad de color que absorberá el yeso. Demasiada pintura hace que la superficie se agriete y hace necesario levantar la zona defectuosa, extender yeso fresco y volver a pintar.
En el fresco secco hay que proceder a quitar la corteza de yeso seco, frotando con piedra pómez, para después lavarlo con una mezcla clara de agua y cal. Los colores se aplican sobre la superficie resultante. El efecto del fresco secco es inferior al del buon fresco, pues los colores no resultan tan claros, ni la pintura tan duradera.

La superficie pictórica consiste en un soporte, que puede ser una tabla o un panel compuesto, o más frecuentemente, una tela de lino, algodón o yute tensada en un bastidor o encolada a una tabla. El soporte va cubierto con una preparación, hecha con una fina capa de yeso y cola o apresto. La preparación hace que el soporte sea menos absorbente y proporciona una superficie pictórica que no es ni muy áspera ni muy suave; puede ser blanca aunque generalmente se aplica encima una capa de color, que suele ser gris, castaño oscuro o rojiza.
Para pintar al óleo se procede, tradicionalmente, por etapas. En primer lugar se bosqueja el dibujo sobre la preparación a lápiz o a carboncillo, o con pintura diluida en trementina. Después se rellenan las amplias zonas de color con una pintura fluida, y se van refinando y corrigiendo sucesivamente con pintura más espesa a la que se añade óleo y aceite. Normalmente se usan pinceles de cerdas duras, aunque se pueden utilizar brochas más suaves de pelo de tejón o de marta; también se puede emplear una paleta o espátula ancha y flexible, o los dedos. Este proceso puede durar desde pocos días hasta meses o incluso años.
Una vez seca la pintura, se barniza para protegerla de la suciedad y para dar más vida a los colores. Todos los barnices terminan por oscurecerse, por lo que deben ser de fácil eliminación para volverlos a aplicar.


Fuentes de información:
Max Doerner. Los materiales de pintura y su empleo en el arte.
Leonardo Da Vinci. Tratado de la pintura.

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